CARTA DE D. JULIAN, OBISPO DE LEÓN PARA COMENZAR EL AÑO.

AÑO NUEVO Y JORNADA MUNDIAL DE LA PAZ   Queridos diocesanos: Comienzo mi primera carta pastoral del nuevo año con este texto de la liturgia para el día 1 de enero: “Dios, fuente y origen de toda bendición, os conceda su gracia, derrame sobre vosotros la abundancia de sus bendiciones y os proteja durante todo este año que hoy comenzamos”. Sea esta también mi felicitación de Año Nuevo a los fieles cristianos y, en general, a todos los leoneses de nacimiento o de residencia. Soy consciente de los nubarrones que oscurecen el horizonte del nuevo año, pero también de que, por grandes que sean las dificultades económicas, laborales y de valores éticos, el nuevo Año no tiene por qué ser peor que el precedente. La clave está en un doble compromiso. En primer lugar enderezar el rumbo personal de acuerdo con el sentido transcendente de la vida en el que Dios cuente también. Después, atentos a las necesidades de los que están a nuestro lado, tratando de hacernos la existencia más llevadera y agradable los unos a los otros. Si lo primero significa percibir en la vida de cada día y en las dificultades que los años traen consigo, la luz que ilumina la inteligencia y la fuerza que robustece los corazones, lo segundo representa el milagro de la caridad cristiana que multiplica los panes y los peces. Intentadlo y veréis el resultado. El día primero del año, a los ocho días de la Navidad, la Iglesia celebra la fiesta de Santa María Madre de Dios y Madre nuestra, por cuya mediación nos vino el Salvador del mundo. Como ocurre en la vida familiar, la presencia de la madre significa siempre amor, sosiego y confianza. Lo mismo sucede en la comunidad eclesial. María ejerce su función maternal cuidando de los discípulos de su Hijo especialmente de los que sufren, e intercediendo para que obtengan los bienes de la salvación y otras gracias.  En sus manos ponemos también las esperanzas y las preocupaciones del nuevo año. Pero hay también otro aspecto importante para inaugurar el nuevo año. Se trata de la Jornada Mundial de la Paz, que cada primero de enero llama la atención de los católicos sobre un aspecto concreto de este bien común y necesario para la convivencia humana. Para la Jornada de 2011 Benedicto XVI ha señalado como referencia la libertad religiosa y ofrecido un importante mensaje orientador, recordando que se trata de un derecho humano inalienable de alcance universal y una clave para la paz. El Papa ha señalado también que este derecho se ve amenazado hoy no sólo por el fundamentalismo religioso, la politización de la religión y la imposición de religiones de Estado sino también, por los brotes de un relativismo religioso que se está haciendo cada vez más presente y duro en nuestros días. Testimonio de la importancia que el Santo Padre da a la libertad religiosa, son también las referencias en sus homilías y discursos de la pasada Navidad a la persecución que padecen hoy los cristianos en varios países. En este sentido es sobrecogedor el Informe 2010 sobre la libertad religiosa en el mundo”,dado a conocer por la organización católica “Ayuda a la Iglesia Necesitada” (véase en www.ain-es.org). Por eso, a la vez que oramos y nos solidarizamos con los cristianos perseguidos, debemos estar atentos porque también entre nosotros se confunde libertad religiosa con tolerancia, sobre todo desde las posiciones del laicismo radical, por ejemplo, tratando de reducir el hecho religioso a la vida privada, eliminando los símbolos cristianos o tergiversando los datos sobre las actividades de la Iglesia Católica.

+ D. Julián. Obispo de León