Han sido unos días muy intensos en los que hemos querido estar presentes. Recibir la Cruz de los Jóvenes y el Icono de María conociendo que fue un regalo de nuestro querido Juan Pablo II ha supuesto un gran aliento para nuestra Diócesis de León. Hemos podido comprobar que Él sigue vivo y vivifica nuestras comunidades, grupos, movimientos, iniciativas apostólicas de todo tipo. Tenemos que destacar : La oración con los jóvenes en la Catedral por ser un momento especialmente intenso. Ver bajar la cruz de la furgoneta blanca con el slogan de la Jornada Mundial de la Juventud a hombros de los jóvenes voluntarios será una imagen que muchos no olvidaremos. La cruz fascina, atrae, enamora. Muchos pueden pensar que es un símbolo de muerte, pero es precisamente ella la que vivifica a una sociedad que está empeñada en entregarse en manos de la dama de la guadaña. La sangre derramada por Cristo es río de vida que riega nuestro suelo leonés para germinar amor. Éramos mucho los que estábamos allí para adorarla. Entre ellos los integrantes del Movimiento Familiar Cristiano que sin buscarlo deliberadamente coincidimos juntos adorando la Cruz. Queremos cargar con ella, ciertamente: con la cruz de defender a la familia contra viento y marea de todos los envites a los que hoy se ve sometida: la amenaza a la vida en todos sus estadíos, las injerencias en la educación de nuestros hijos, la inoculación de una antropología cosificadora, el adoctrinamiento en una ideología de género que dista mucho de los planes de Dios para el hombre y que siembre buscan humanizarle, el relativismo del todo vale, la disolución del concepto de familia en una unión temporal en la que sólo se buscan la autosatisfacción y el interés, la defensa de una forma de vida en la que no prime el consumismo exacerbado sino el uso responsable de los dones entregado por el Creador.
El otro momento se produjo ayer en el Campus Universitario de Vegazana, bajo la gran tienda de campaña prestada por el ejército para el evento. Éramos muchos jóvenes y no tan jóvenes, los que oramos juntos bajo el cuidado y dirección oportuna de nuestros pastores. Resaltar especialmente la confortadora presencia de nuestro Obispo y sus Vicarios. La oración -dirigda por el Vicario de Pastoral - fue muy cuidadosamente preparada por el Equipo de voluntarios de León bajo la supervisión del Delegado de Pastoral Juvenil. Impecable organización. En medio de la algarabía juvenil pudimos orar al compás de la música y a la luz de la Palabra de Dios mientras le decíamos al Señor un Si.
Al término del acto al salimos cobijados por una gran cruz de papel a todo color con motivos de imágenes alusivas a la Creación y a la maternidad de una María gestante, portadora de la Vida. Un grupo de jóvenes nos entregó una cruz pequeñita (al estilo de las que cuelgan en los rosarios que tan célebres ha hecho Sara Carbonero y que sintoniza mucho con los gustos de los jóvenes ahora mismo). La cruz pendía de un pequeño cartón en el que aparecía la siguiente frase: CRUZa la VIDA. Oportuna y ocurrente. Aceptamos el reto de poner una CRUZ a la VIDA mirándola de frente y sin complejos, asumimos el reto de portarla sabiendo que es bastante más ligera de lo que parece. Aceptamos el desafío de caminar aunque sea contracorriente y cuando toque remar mar adentro. Lo haremos por mucho que apriete el cansancio. Tenemos una garantía de eternidad del amigo que nunca falla, del mismo que nos prometió que nunca nos dejaría sólos.
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