Pascua, significa disponernos a colaborar, mejor, con el
Espíritu para que la fuerza del Resucitado nos transforme y convierta cada día
más.
Estas son las
fiestas pascuales, son las fiestas de la vida, es el misterio de la eternidad
presente en nuestras vidas. Es
Jesús resucitado, que sale a nuestro encuentro, y quiere festejar su vida
con nosotros. Nos llama ¡a celebrar!, a contagiarnos
la alegría de la vida que se hace plena por el misterio de la Pascua. Celebramos su resurrección, como la victoria de la felicidad sobre el dolor; la paz sobre la violencia; la justicia sobre la opresión; la solidaridad sobre el egoísmo; la reconciliación sobre cualquier tipo de
odio; el amor sobre la
competitividad en las relaciones. No nos dejemos vencer por las prisas o la
rutina. Detengamos el tiempo para celebrar el misterio que está más allá de
todo tiempo.
La Resurrección de Cristo nos lleva a hacernos la misma pregunta que la gente hizo
a Pedro, al oírle proclamar la resurrección de Jesús el día de Pentecostés: “¿qué
tenemos que hacer?” (Hch 2, 37). Y San Pablo nos dice, preocuparnos por los bienes celestiales: “Aspirad a
los bienes de arriba, no a los de la tierra” (Col 3, 2). Vivid estrechamente unidos a Cristo: “Vuestra
vida está escondida con Cristo en Dios” (ibíd. 3). Liberaos de todo vicio que esclaviza: “Despojaos
del hombre viejo y revestíos del hombre nuevo” (ibíd. 9-10). Compartid, gozosamente, la gloria de Cristo
resucitado: “Entonces también vosotros apareceréis gloriosos con
él” (ibíd. 4)
Por esta razón es
importante vivir estos días, de forma especial, reforzando nuestra fe en Dios y
festejando las fiestas de Pascua, con
nuestra familia y seres queridos.
Pero recordemos
que Dios está entre nosotros y nos ama,
por nosotros entregó la vida de su Hijo, quien venció a la muerte y el pecado y
siempre estará presente.
¡FELIZ PASCUA DE
RESURRECCIÓN!
Con mi afecto y cariño
Paco, dc.
Domingo 20 de abril de 2014, Pascua de Resurrección.
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