El verano es un tiempo propicio
para retomar las relaciones familiares, recuperar amistades empolvadas y
ralentizar el ritmo para reposar el espíritu. Pero también supone dejar que el
sol estival luzca de lleno imponiendo una sequía que puede agostar los campos.
Teníamos ganas de rellenar el pozo. Notábamos que las zarzas atenazaban al
resto de la vegetación. Así que acudimos sedientos a la Convivencia de
Villagarcía de Campos con nuestros hermanos del Movimiento Familiar Cristiano
de Burgos. Comenzábamos el sábado día 7 con una reparadora eucaristía rogando
juntos por la paz. Tras la comida y el rosario Chele y Enrique, responsables nacionales
del Servicio de Promoción nos recordaban la necesidad de comenzar la promoción
desde los cimientos: la propia familia. Cuidar la espiritualidad de los
nuestros es una garantía para poder exportar la felicidad a los demás. La
familia cristiana brilla por si misma e interpela a los demás. Trabajamos el
documento base y los estatutos.
Uno de los momentos más
especiales e íntimos surgió de una gran idea de Ana para responder a la llamada
del Papa Francisco que nos convocaba a una jornada de oración y ayuno por la
paz en Siria y Oriente Medio. La idea consistió en orar por parejas: un adulto
y un niño permanecerían en oración en turnos de quince minutos desde las 17:00
horas hasta las 21:00 ininterrumpidamente ante el Señor. El resultado fue
sorprendente: a los niños se les hicieron cortos esos quince minutos y nos
dieron lecciones a los mayores en sus reflexiones y al rezar el misterio del
rosario. Además eran ellos los que venían a buscar a los mayores apremiándoles
de que “ya era su turno”. Ciertamente las cosas salen mejor cuando le hacemos
caso: ”Dejad que los niños se acerquen a mí”.
Y después del trabajo el asueto.
La velada nocturna nos demostró lo mucho que valemos. Nos convertimos en artistas
de primer orden tuvimos coreografías a
cargo de niños y mayores, chistes, obra de teatro, juegos, sonrisas a
borbotones, alegría sana de esa que conforta el corazón.
Tras un descanso reparador
(mención de honor a los hermanos jesuitas por poseer instalaciones completamente renovadas,
habitaciones confortables y un maravilloso y cuidado jardín) y la oración de la
mañana primorosamente preparada, conclusiones a modo de lluvia de ideas, un
momento especialmente enriquecedor ya que nos empapamos de experiencias y nos
reconfortamos compartiendo vivencias.
La misa a las 12:30 tuvo un sabor
a campo y ganadería ya que la celebramos en el pueblo de Villagarcía recibidos
por la Virgen de la Zarza, patrona de la localidad a la que acompañamos en
procesión a su casa, una ermita cercana. Fue entrañable la convivencia con los
lugareños que la cantaban y piropeaban con devoción.
Y tras la comida llegó la
evaluación animada por los presidentes diocesanos de Burgos. Llama la atención
el tiempo que se tomó para revisar todas las actividades, la implicación de los
organizadores: Luis, Ana, Raquel, Fernando, Mari Carmen, Jesús y sin duda
alguna el empujoncillo del Espíritu Santo que les capitaneó con fuerza.
Mención especial también a los
monitores y premonitores: Jorge, Ismael (que además animó con su guitarra la
Eucaristía y los momentos de oración) y Abel que supieron administrar los
tiempos estupendamente bien y llevaron a los niños y jóvenes con sabiduría de
auténticos profes.
Al terminar sentimos que esas
zarzas que habían crecido este verano habían desaparecido y en su lugar lucían hermosas flores blancas exhalando ese aroma delicado que desprende todo lo
que viene del cielo: perfume que viene
de Dios , Nuestro Padre que sin duda nos ayudará en este curso que ahora
comienza y que sin duda promete.
¡Gracias hermanos y hermanas!
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