Las emociones vividas a menudo desbordan la literatura siendo esta insuficiente para poder describir los sentimientos que anegan el alma. Resulta realmente difícil plasmar la dicha que hemos sentido al vivir un acontecimiento gozoso como el que se produjo el pasado fin de semana en Zaragoza. El sentimiento de comunión, las familias unidas en la fe, los niños haciendo cola ante el confesionario, las oleadas de pañuelos en el cuello que a modo de bandera nos identificaban como hermanos de un mismo proyecto. Las palabras en la Basílica de Santa Engracia pronunciadas por el Obispo de Teruel invitándonos a ser testigos del amor de Dios. ¡No os quedéis al borde del camino! y poner en el centro de nuestro corazón la Eucaristía. Ese sentimiento de gozo cuando inundamos las calles en nuestra peregrinación desde la Basílica de Santa Engracia a la del Pilar. Los niños con sus globos azules (que luego soltaron al cielo) mientras todos cantábamos a una sola voz canciones a María y coreabamos sloganes de esperanza ¡viva a la familia!¡viva a los abuelos!¡viva a los niños!¡Familia, se lo que eres!. A nuestro paso los transeúntes nos miraban con un gesto no exento de simpatía ¿hay algo más sano y refrescante que familias compactas coexionadas por la alegría del amor que les une?. Zaragoza se vistió de fiesta para recibirnos y la Virgen nos recibía exhibiendo su manto más nuevo, el que el "Movi" le había regalado para ese día. El manto está adornado con los dos anillos y reza una jaculatoria especialmente significativa ¡Madre de la Familia!. Tras la misa y la Consagración a las familias a la Virgen del Pilar llegó el momento lúdico: Una comida campestre en el Parque de atracciones de Zaragoza donde degustamos una exquisita paella y luego la fiesta con una agrupación de música y danzas: el grupo de Jota Lausín.
Felicidades a la organización.
Gracias a Burgos por su estupenda acogida, y por la exquisita organización de las dos jornadas: hubo para todos: los niños disfrutaron del Parque de atracciones, el hospedaje en la Residencia de las hermanas Nazarenas al lado de la Basílica fue una buena idea, tener tan cerca el Pilar fue muy cómodo sobre todo para los que llevábamos niños y al día siguiente la visita al Monasterio de Piedra muy completa: visita al Parque con su impresionante colección de cascadas naturales, la exhibición de las impresionantes aves rapaces, y la posterior visita a la Concatedral de San Pedro en Soria.
Enhorabuena a nuestros hermanos de la Diócesis de Burgos por ese aprovechamiento tan medido de los tiempos y por cuidar el ambiente con la oración y la elección de películas apropiadas para los niños (La casita sobre roca) y para los mayores (el impresionante documental sobre la vida del monje trapense San Rafael Arnáiz). Ha sido un auténtico regalo viajar con vosotros y conocer a tanta gente buena, de la que hace falta en este mundo nuestro. Gracias de todo corazón.
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